¿Qué es una relación que te hace daño?
Una relación que te hace daño no tiene por qué ser abiertamente agresiva o abusiva. A veces, lo que más impacta es el desgaste silencioso, el malestar constante o la sensación de que algo no va bien… aunque no puedas ponerlo en palabras. Es normal tener dudas, a menudo estamos tan acostumbrado/as a una dinámica que nos cuesta ver su impacto real y tendemos a normalizarlo.
Además, es importante ser honestos y honestas: todas las relaciones atraviesan momentos difíciles, conflictos y reajustes. Eso no significa automáticamente que estés en una relación tóxica ni que debas salir corriendo. El conflicto es parte normal de la construcción de pareja.
La diferencia clave está en cómo se abordan y resuelven esos conflictos: si te sientes escuchado/a, respetado/a, valorado/a, si hay reciprocidad. ¿Hay reciprocidad y compromiso de ambas partes para crecer juntos?
Si es así, incluso una relación que ha entrado en dinámicas difíciles puede fortalecerse con apoyo y nuevas herramientas. Aquí es donde la terapia de pareja puede ser una gran aliada: permite identificar patrones repetitivos, abrir espacios de comunicación sincera y construir un vínculo más sano.
En el Centro de Terapia Breve Ana Belén Medialdea trabajamos más que en entender el pasado, en modificar lo que mantiene el problema hoy, para que los cambios sean eficaces y sostenibles. Cada pareja tiene sus particularidades, y por eso ofrecemos intervenciones adaptadas a cada historia, como un traje a medida.
No todas las dinámicas dañinas requieren ruptura: algunas pueden reestructurarse y sanar con acompañamiento, honestidad y compromiso mutuo.
¿Cuándo preocuparse? Señales de una dinámica perjudicial
Algunas señales que pueden indicar que la relación te está desgastando:
- Sientes cansancio emocional constante, alivio cuando no estás con la persona… pero luego culpa.
- Te invade la sensación de que todo es tu responsabilidad.
- Te aíslas de otras personas y de cosas que siempre te ha gustado hacer.
- Tu autoestima se ve afectada: dudas de ti mismo/a más de lo habitual.
Por ejemplo, si al expresar tus necesidades acabas pidiendo perdón o sintiéndote culpable, puede que estés en una relación dónde no hay equilibrio. A veces, para justificar y minimizar lo que sentimos, nos decimos frases como; “Exagero, no es tan grave”, “yo también tengo defectos”, “nadie es perfecto”.
Pero cuestionarte no significa exagerar: significa que te estás escuchando. Y eso ya es un paso enorme hacia el cambio.
“¿No es para tanto?” Cuando estamos hablando de dependencia emocional
Hay ciertas situaciones que deberían encender tus alarmas:
- Llamas y no te contesta
- Escribes y te dejan en visto
- Te responde cuando quiere.
- Quedas y cancela a última hora.
- Tú tienes que pedir permiso para llamar, para quedar, para acercarte… pero la otra persona lo hace cuando quiere.
- Tú te esmeras con mensajes llenos de explicaciones y recibes respuestas cortantes, frías, contradictorias.
- Solo recibes momentos apasionados “útiles” para el sexo; después, vuelve el hielo emocional.
Si estas dinámicas persisten, suelen avanzar hacia formas más graves: humillaciones, agresividad, celos patológicos, burlas. Aquí estamos entrando en el terreno de la dependencia emocional, un vínculo insano donde nunca eres suficiente y donde nada de lo que hagas cambiará a la otra persona.
Las fases de la dependencia emocional
La dependencia emocional es como bajar en un ascensor hacia un infierno emocional, planta por planta:
- Encuentro: todo parece normal y sencillo.
- Ambivalencia: dudas, pero sigues.
- Autoengaño: intentas eliminar obstáculos y negar lo que no funciona.
- Idealización: agrandas sus virtudes, inventas justificaciones.
- Adicción: concentras tu vida solo en la relación, abandonas todo lo demás.
- Fase sintomática: aparecen ansiedad, insomnio, impulsividad, ira, abandono personal.
Cuando el otro tiene rasgos narcisistas o perversos, la relación se convierte en un juego destructivo: silencio para castigarte, culpa para doblegarte, adulación intermitente para mantener tu esperanza, e incluso hacerse la víctima para atraparte emocionalmente.
Nada de eso se resolverá con tu esfuerzo. Requiere un proceso individual de aprendizaje, reconstrucción personal y, muchas veces, contacto cero.
Cómo podemos ayudarte en terapia
En el Centro de Terapia Breve Ana Belén Medialdea acompañamos tanto a personas que quieren mejorar su relación de pareja, como a quienes necesitan salir de una relación insana y reconstruirse emocionalmente.
Si buscas mejorar la relación, trabajaremos con estrategias para fortalecer la comunicación, romper patrones repetitivos y recuperar un vínculo saludable.
Si estás atrapado/a en una relación con dinámicas destructivas, te ayudaremos a reconocer las trampas emocionales, reconstruir tu autonomía, romper el autoengaño y cuidarte para protegerte de lo que te hiere.
Cada caso es único. Por eso diseñamos intervenciones personalizadas, que se adaptan a ti y a tu historia. Y siempre lo hacemos desde un lugar sin juicios, con respeto y empatía.
Conclusión: El primer paso es cuidarte
No necesitas seguir esforzándote a ciegas ni quedarte donde te duele.
Hoy puede ser un buen día para cambiar una pequeña cosa: plantearos una terapia conjunta, dejar de justificar lo injustificable, tomar distancia emocional, escribir lo que sientes o preguntarte honestamente si esta relación te hace crecer o te apaga.
Y si necesitas apoyo, aquí estamos para acompañarte. Desde la primera sesión.