Lo que tu “pereza” a veces no cuenta: miedo, perfeccionismo y bloqueo

miedo perfeccionismo
Todos hemos pospuesto algo importante alguna vez: responder un correo, entregar un informe, hacer esa llamada pendiente. Desde fuera puede parecer “pereza” o “falta de organización”, pero muchas veces lo que nos detiene no es falta de ganas… sino miedo.Miedo a no estar a la altura, a equivocarnos, a no hacerlo perfecto. Y, paradójicamente, cuanto más importante es para nosotros, más lo posponemos. En Terapia Breve Estratégica, esta dinámica se conoce como un mecanismo de evitación que son paradójicos: cuanto más intentas no fallar, más difícil se hace empezar y de alguna manera, acabas fallando.

¿Pereza o perfeccionismo disfrazado?

La pereza es un concepto cómodo para explicarnos a nosotros mismos por qué no hemos actuado… pero en muchos casos no describe lo que realmente pasa.

Ejemplos frecuentes:

  • Revisar mil veces un texto antes de enviarlo, pero nunca darlo por “listo”.
  • Esperar a sentirte “inspirado/a” para empezar, como si el momento perfecto fuera a llegar solo.
  • Evitar tareas nuevas por miedo a no entenderlas rápido o a preguntar algo “obvio”.

Lo curioso es que, en muchos de estos casos, lo que frena no es falta de capacidad, sino el temor a no cumplir con un estándar (propio o ajeno) que sentimos inalcanzable. Por eso, más que falta de voluntad, es una mezcla de autoexigencia y miedo al juicio que se disfraza de pereza para no confrontarlo.

La trampa de la autoexigencia extrema

En consulta, este patrón se repite: cuanto más exigente eres contigo mismo/a, más grande parece la montaña antes de empezar.

La lógica interna suele ser: “Si no lo puedo hacer perfecto, mejor no hacerlo todavía”. El problema es que ese “todavía” rara vez tiene fecha de caducidad, y puede convertirse en semanas, meses o incluso años. Mientras tanto, el tiempo pasa, la frustración crece y la autoestima se erosiona.

El problema es que ese “todavía” puede durar horas, días o incluso años, alimentando frustración, culpa y baja autoestima.

La Terapia Breve Estratégica trabaja sobre este círculo vicioso:

  1. Postergas para evitar la ansiedad del error.
  2. La tarea sigue pendiente y la ansiedad crece.
  3. Cada día que pasa, la sensación de incapacidad aumenta.

Romper ese círculo no requiere “más fuerza de voluntad”, sino cambiar la relación que tienes con tus propias expectativas y con la idea de perfección.

Ejemplo real: cuando empezar era más difícil que terminar

Una paciente a la que llamaremos Ana, ingeniera y con bastantes años de experiencia, acudió a consulta porque llevaba meses retrasando la presentación de un proyecto. Decía sentirse “vaga” y demasiado “perezosa”.

Y cada noche se iba a dormir con un nudo en el estómago por no haberlo hecho.

No era porque no supiera cómo hacerlo. Tampoco porque no le importara. De hecho, le importaba demasiado. Su miedo era entregar algo que no estuviera perfecto y que los demás pensaran que no era tan buena como aparentaba.

Durante el día, buscaba tareas “menos urgentes” que la mantuvieran ocupada: responder correos, reorganizar carpetas, revisar una y otra vez documentos antiguos. Al final de la jornada, se sentía agotada… y culpable por no haber avanzado.

En las reuniones con amigos, sonreía y cambiaba de tema si alguien le preguntaba por el proyecto. Por dentro, sentía una mezcla de vergüenza y ansiedad que le robaba el sueño. Empezó a pensar que quizá “no servía” para su trabajo, que algo en ella estaba roto.

Cuando por fin decidió pedir ayuda, lo que descubrió fue revelador: su bloqueo no era pereza, sino miedo. Miedo a fallar, a no estar a la altura, a decepcionarse a sí misma. Y ese miedo, disfrazado de procrastinación, estaba consumiendo su energía, su autoestima y su tranquilidad.

Permitirse no ser un 10

¿Y si no necesitas brillar?

¿Y si un 5, un 6, un resultado simplemente “correcto”, fuera suficiente para avanzar?

Muchos bloqueos desaparecen cuando aceptamos que lo perfecto no es el punto de partida, sino algo que a veces llega —o no— después del camino recorrido. El requisito de hacerlo impecable desde el primer minuto es, en realidad, una trampa que te mantiene inmóvil.

Imagina que la condición para dar tu primer paso fuera que ese paso fuera impecable o estar 100% preparado/a… ¿cuántos pasos darías en la vida?

A veces, la verdadera trampa de la llamada “pereza” es que en realidad no estás esperando tener energía, sino permiso para no hacerlo perfecto.

Ese simple gesto abre una puerta enorme: la de empezar, avanzar y ver que no necesitas alcanzar la perfección en cada paso para obtener un buen resultado.

A partir de ahí, la acción se vuelve más ligera y fluida. Porque cuando dejas de exigir que todo sea impecable desde el minuto uno, dejas de pelear contra ti mismo/a. Y es entonces cuando el movimiento sustituye al bloqueo.

Piensa en J.K. Rowling escribiendo el primer borrador de Harry Potter en servilletas y cafeterías, con frases que después reescribiría decenas de veces. O en los primeros prototipos de los inventos de Thomas Edison, que estaban llenos de fallos… y, sin embargo, le acercaron a la bombilla que cambió el mundo.

Conclusión: avanzar sin esperar el momento perfecto

Procrastinar no siempre significa que no te importa, sino que te importa demasiado.

La autoexigencia y el perfeccionismo son como un peso extra en cada paso.

La buena noticia es que puedes aprender a caminar más ligero: empezar antes de sentirte listo/a, aceptar que lo “suficientemente bueno” también vale, y dejar que la práctica mejore el resultado.

En el Centro de Terapia Breve Ana Belén Medialdea contamos con prescripciones muy concretas que ayudan a desbloquear este tipo de parálisis y a transformar la autoexigencia en una aliada.

Si llevas tiempo esperando el momento perfecto, quizá hoy sea el día de dar un primer paso… aunque no sea de diez.

Imagen de Ana Belén Medialdea

Ana Belén Medialdea

Psicóloga general sanitaria en Madrid. Especialista en terapia con adolescentes, adultos y familias desde el enfoque de Terapia Breve y Estratégico.

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