¿Por qué hablar de responsabilidad y no de culpa? Claves para dejar de castigarte y verlo de otra forma

culpa terapia

Claves para dejar de castigarte y empezar a cuidarte

¿Alguna vez te has sorprendido dándole vueltas a algo que dijiste, hiciste… o no hiciste? Esa sensación que muchas veces identificamos como culpa puede aparecer sin avisar: por una decisión difícil, un error del pasado o incluso por situaciones que escapaban completamente a nuestro control.

Y aunque sentirse mal por algo que ha pasado es natural, cuando ese malestar se convierte en una emoción constante y autoinculpatoria, deja de tener una función útil y empieza a debilitarnos.

Por eso, este artículo no busca ayudarte a “lidiar con la culpa”, sino a dar un paso más allá: convertir esa energía en responsabilidad emocional, una forma mucho más sana y eficaz de relacionarte contigo mismo/a.

¿Por qué hablar de responsabilidad y no de culpa?

La culpa suele estar asociada al castigo, al juicio moral, a la sensación de que “no tengo perdón”. Nos deja anclados en el pasado y suele ir acompañada de autoexigencia y reproche.

La responsabilidad, en cambio, nos permite reconocer lo ocurrido sin machacarnos, y abre una puerta hacia el aprendizaje y el cambio.

Como afirma Nathaniel Branden: “La culpa no puede ser superada si la usamos como forma de castigarnos. Aceptar la responsabilidad es un acto de poder, no de sumisión.”

La responsabilidad emocional: una alternativa saludable

En procesos como el duelo, la ruptura o los conflictos importantes, es común que aparezcan pensamientos del tipo:

  • “Tendría que haberme dado cuenta…”
  • “Podría haber hecho más…”
  • “No estuve a la altura…”

Estos pensamientos, cuando se convierten en rumiaciones, no permiten cerrar la experiencia, ni avanzar. En cambio, asumir responsabilidad emocional implica decir: “Eso ocurrió, y hoy elijo cuidarme de otra manera”. Es un posicionamiento activo, no punitivo.

Como digo en Las cinco estaciones de la autoestima, uno de los pilares para reparar el daño emocional es dejar de convertir el error en identidad. No somos aquello que hicimos en un momento concreto, sino lo que decidimos hacer después.

¿Qué consecuencias tiene mantenernos en la culpa?

  • Paraliza nuestras decisiones.
  • Daña nuestra autoestima.
  • Alarga innecesariamente el sufrimiento.
  • Nos impide aprender de la experiencia.

En palabras de Cagnoni y Milanese, cuanto más luchamos por controlar o eliminar el sentimiento de culpa, más fuerza le damos. Por eso, el foco no está en borrar el pasado, sino en colocarlo en su lugar y recuperar la capacidad de vivir el presente sin que esa emoción lo contamine todo.

Cinco claves para pasar de la culpa a la responsabilidad

  1. Pon nombre a lo que sientes
    Reconocer que estás atrapado/a en un reproche interno no es debilidad, es honestidad emocional.
  2. Pregunta si esa emoción te ayuda a crecer o a castigarte
    La responsabilidad te lleva a actuar. La culpa, a estancarte. Branden lo resume así: “Ser responsable no significa sentirse culpable. Significa actuar para corregir lo que se puede y aceptar lo que no está en nuestras manos.”
  3. Revisa tus estándares internos
    ¿Estás exigiéndote algo que no podrías exigir a nadie más en la misma situación?
  4. Acepta que hiciste lo que pudiste en ese momento
    Con los recursos, la información y el contexto que tenías entonces. Juzgarte hoy por lo que no sabías ayer solo alimenta el sufrimiento.
  5. Decide cuidarte desde el respeto, no desde el reproche
    La autoestima no nace del perdón como castigo, sino del compromiso con tratarte mejor. Suelo decir que la compasión hacia uno mismo es el primer paso hacia un bienestar real y duradero. Reconocer que poner límites no es egoísmo, sino un acto de generosidad y responsabilidad consigo mismo/a.

¿Y si aún así no consigues soltarlo?

En algunos casos, incluso con estos pasos, el reproche sigue presente. Puede que esté sostenido por aprendizajes inconscientes, creencias heredadas o patrones emocionales. En esos casos, como trabajamos desde la Terapia Breve Estratégica, el problema no es el pasado en sí, sino cómo lo estás sosteniendo hoy.

La responsabilidad emocional también implica pedir ayuda si lo necesitas, romper el ciclo de autosuficiencia forzada, y permitirte ser acompañado/a en este proceso.

Cuando la culpa aparece al cuidarte: la responsabilidad de ti mismo/a

Hay un tipo de “culpa” que, aunque dolorosa, puede ser signo de que estás empezando a priorizarte y sea sana. Es la que aparece al poner un límite, al decir que no, al empezar a salirte de los patrones que te han hecho daño.

En consulta, este tipo de malestar aparece con mucha frecuencia. Lo refleja muy bien el caso de Elisa, una joven que acudió buscando ayuda porque se sentía “egoísta” por cómo se relacionaba con su familia. Al comenzar a contarme su historia, sus manos temblaban, su mirada se perdía entre la ventana y la puerta, como si buscara una vía de escape.

Creció en un entorno familiar donde las etiquetas (“eres narcisista”, “eres como papá”, “solo piensas en ti”) eran la norma. Cuando intentaba defenderse, discutía, gritaba… y luego se sentía aún peor. Como me confesó: “Después de discutir, me quedo sin energía, sintiéndome muy culpable, y llego a pensar que tienen razón: que soy un ser despreciable”.

Pero lo que realmente pasaba es que Elisa no se sentía con derecho a defender su espacio. Había aprendido que priorizarse era sinónimo de dañar a los demás. Y eso la mantenía atrapada entre dos emociones: el miedo a perderse a sí misma y el miedo a dejar de gustar a su familia.

Con el tiempo, y un trabajo profundo, Elisa comenzó a diferenciar entre la culpa destructiva —la que la hacía sentirse defectuosa— y la culpa sana, que señalaba que estaba cambiando un patrón que ya no le servía. Su malestar no era señal de error, sino de avance.

Como explico en Las cinco estaciones de la autoestima, poner límites a quienes nos han definido desde el juicio requiere mucha valentía. Porque implica desobedecer expectativas para empezar a obedecerte a ti.

Conclusión: no se trata de ser perfecto, sino de ser libre

La transformación de la culpa en responsabilidad es una decisión consciente y poderosa. No para borrar lo vivido, sino para dejar de vivir desde el castigo y empezar a cuidarte desde un lugar más amable. Y si, como Elisa, estás empezando a decir que no, aunque te pese… quizá esa emoción no sea culpa destructiva, sino la señal de que estás comenzando a cuidar de ti.

Porque mereces seguir adelante sin arrastrar más peso del necesario.

Y si necesitas apoyo en este proceso, en el Centro de Terapia Breve Ana Belén Medialdea estamos para ayudarte a dar ese paso. A veces, el mayor cambio empieza por un gesto simple: tratarte con el respeto que mereces.

Referencias bibliográficas

  • Branden, N. (2010). Cómo mejorar su autoestima. Paidós.
  • Cagnoni, F., & Milanese, R. (2011). Cambiar el pasado: Superar las experiencias traumáticas. Herder Editorial.
  • Medialdea, A. B. (2023). Las cinco estaciones de la autoestima. Zenith Editorial.
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Ana Belén Medialdea

Psicóloga general sanitaria en Madrid. Especialista en terapia con adolescentes, adultos y familias desde el enfoque de Terapia Breve y Estratégico.

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